La epidermis, nuestra barrera protectora

La epidermis es la capa más externa de la piel y nos protege de los elementos. Está formada por tres tipos de células: queratinocitos, melanocitos y células de Langerhans. Todas juegan un papel importante a la hora de proteger nuestra piel.

CONSEJO
1

Una barrer física

La epidermis consiste en una red densa de queratinocitos (80 %), que actúa como nuestra primera línea de defensa. Además de protegernos, los queratinocitos se ocupan también de la producción de la queratina. Es una sustancia muy consistente que funciona como un cemento: mantiene las células juntas de manera que forman un parachoques protector. Así que podríamos decir que los queratinocitos son nuestros pequeños guardaespaldas personales. Para mantener siempre nuestra protección al máximo, nuestra piel se renueva cada cuatro a seis semanas gracias al proceso de descamación (al que también conocemos como «peeling»).  
 
CONSEJO
2

Protección contra los rayos ultravioleta

Los melanocitos controlan la pigmentación de la piel mediante un proceso llamado melanogénesis. ¿Y qué es esto exactamente? Es una reacción biológica que produce melanina, un pigmento que a todas nos encanta azuzar antes de absorber algunos rayos de sol. La melanina es la encargada de darnos ese precioso brillo dorado, además de proteger nuestra piel frente a los rayos ultravioleta, el enemigo declarado cuando hablamos del envejecimiento de la piel.  
 
CONSEJO
3

Protección de nuestro sistema inmunitario

Aunque son menos abundantes, las células de Langerhans son clave a la hora de proteger nuestro cuerpo de los implacables elementos externos. ¡Son parte de la artillería pesada de nuestro sistema inmunitario! Se encargan de dar la alarma a las defensas en cuanto un antígeno consigue traspasar nuestra barrera cutánea. Esposan a los intrusos y los llevan hasta la dermis para que sean destruidos.  
CONSEJO
4

Protección frente a la deshidratación

Por último, la superficie de la epidermis está perforada por cientos de diminutos poros por los que fluye el sudor y el sebo. El sudor y el sebo conforman la película hidrolipídica encargada de hidratar constantemente nuestra piel para mantener su elasticidad.

Un cero en capa hidrolipídica = piel débil y dura.