Se trata, ni más ni menos, de la capacidad natural que tiene la piel de renovarse y restaurarse periódicamente. Esta acción la consigue gracias a que las células se reproducen y renuevan de manera natural; un proceso que permite que las células muertas vayas siendo sustituidas por otras nuevas. Veámoslo en detalle.
Como sabes, nuestra piel está compuesta de tres capas: la epidermis —la más superficial—, la dermis y el tejido subcutáneo —el más profundo—. ¿Cómo se renueva? Explicado gráficamente es como la pescadilla que se muerde la cola: las células nacen en la dermis, se abren paso hasta la epidermis y, cuando llegan, mueren. Cuanto esto pasa, se eliminan naturalmente —dando lugar a las típicas escamillas que salen cuando te exfolias la piel— y vuelve a empezar el proceso de manera repetitiva. Este ciclo regenerativo de la piel suele durar unos 28 días.
Y te preguntarás, ¿a qué edad se produce? ¡A todas! La regeneración es constante; eso sí, lamentablemente para nosotras, con la edad el proceso se va ralentizando, de modo que la renovación se torna más lenta y menos efectiva. Por eso, una ayudita extra para mantener el ritmo no viene nada mal.