Esto son los detonantes más comunes y muchos de ellos te van a resultar muy pero que muy familiares:
- Cambios bruscos de temperatura
- Excesiva exposición al sol sin protección
- Agua salada y cloro
- Uso de la mascarilla
- No beber suficiente agua
- Consumo de tabaco y alcohol
- Dieta pobre en vitaminas, sobre todo la B2
- Comidas picantes
- Empleo de labiales (especialmente semipermanentes o permanentes) que no aportan suficiente hidratación
- Resfriados y alergias
- Algunos medicamentos y enfermedades
Ten en cuenta que la piel de los labios es muy fina y carece de glándulas sebáceas, es decir, no produce aceites naturales que sirven de capa protectora en el resto del cuerpo y de escudo para que no se escape la hidratación. Así que, al primer síntoma de cuarteamiento, rugosidad, tirantez o falta de elasticidad, echa mano de un bálsamo labial. Es un básico —o “básicos”, ya que lo mejor es contar con varios— que tiene que estar en cualquier bolso, neceser, despacho o baño. Como alternativa y de forma puntual puedes utilizar tu contorno de ojos —la piel periocular presenta un grosor parecido a la del labio— pero, por ejemplo, no abuses de la vaselina porque hidrata por oclusión y no tanto por sus ingredientes activos. A continuación, te contamos más productos para hidratar los labios pero, no solo eso, también para dejarlos preciosos.