Aparte de ser una zona de nuestro rostro completamente expuesta a los distintos agentes externos, la piel de los labios es especialmente fina y cuenta con muy pocas glándulas sebáceas que la protejan. ¿El resultado? Un área muy proclive a la deshidratación.
Advertido lo cual, detectemos cuáles son las principales causas de los labios agrietados —condición incómoda y demasiado frecuente— para saber a qué atenernos:
• Humedecerte los labios. Cuando te los notas ligeramente ásperos o un poco incómodos, no hay nada peor que mojártelos con saliva. Esta se evaporará rápidamente, dejándolos aún más resecos. ¿Otro acto prohibido? Arrancarte los pellejos muertos. Lo único que conseguirás es hacerte una herida y evitar que cicatrice. Nada más.
• Frío/calor. Tanto el uno como el otro y, en definitiva, los cambios bruscos de temperatura pueden causar estragos y una pérdida repentina de agua. Recuerda que estamos frente a una piel tremendamente sensible por lo que, si no están hidratados como es debido, se pueden secar, agrietar y abrir a la mínima (y en ese orden).
• Sol. Igual que eres un clavo protegiendo tu piel con cremas que contienen factor de protección solar a diario, deberías hacer lo mismo con tus labios. Y mucho más si hablamos del verano, y muchísimo más si sabes que te vas a sobreexponer.
• Tabaco. Sobran los motivos para dejarlo y aquí va otro. El contacto directo del cigarrillo con tus labios puede amarillearlos, secarlos e irritarlos.
• Poca agua. Mantenerte hidratada es fundamental para todo lo que tenga que ver con tu salud. Ya sabes que la deshidratación afecta directa y visiblemente a nuestra piel, y se nota especialmente en zonas como el contorno de los ojos, los labios y el cuello.