Adiós, labios secos. ¡Hola, hidratación!
Nos permiten hablar, comer, besar y solo nos acordamos de ellos cuando se nos llenan de pielecitas y están agrietados. ¡Pues se acabó lo de ser desagradecidas! Despídete de los labios secos cuidándolos como se merecen. Verás qué suavidad, qué tersura, qué envidia…