Tabaco, sol y contaminación: un trío fototóxico y destructivo responsable del envejecimiento prematuro de la piel. A un nivel superficial, el tabaco genera radicales libres que oxidan las fibras de la estructura de soporte de la piel. A un nivel más profundo, la nicotina reduce la síntesis de estrógenos y destruye la vitamina C reduciendo la producción de las fibras de la estructura de soporte (colágeno y elastina). Por tanto, fumar altera la estructura de la dermis y reduce su flexibilidad y tono. Aumentan las patas de gallo y se hacen más anchas y profundas. Aparecen arrugas muy marcadas en el pliegue nasolabial (líneas de expresión) y pequeñas arrugas verticales alrededor de los labios por las repetidas caladas al cigarro. Y eso no es todo, fumar también hace que los vasos sanguíneos se contraigan.
El resultado: se reduce el aporte de oxígeno y nutrientes a los tejidos de la piel disminuyendo el ritmo del metabolismo celular. El rostro pierde volumen y los pómulos resaltan más prominentes.
Elegir una crema rica en antioxidantes te ayudará a compensar estos efectos y a combatir el envejecimiento prematuro de la piel. Busca ingredientes activos que incluyan ácido hialurónico, retinol y colágeno.