¿Por qué fumar envejece la piel?

Como todo el mundo sabe, el tabaco es muy perjudicial para la salud. De lo que no somos tan conscientes es de que es igual de negativo para nuestro aspecto físico. Las inyecciones de Botox® o de ácido hialurónico, los tratamientos antiarrugas, y los peelings y liftings no lograrán cambiar la realidad: los cigarros te dañan la piel y sus efectos son casi siempre irreversibles. El tabaco favorece el envejecimiento prematuro: arrugas, piel grisácea, tono irregular, falta de flexibilidad... Los efectos del tabaco en el proceso del envejecimiento de la piel son distintos según la edad del fumador, el número de años que lleve fumando y la cantidad de cigarrillos al día. Según algunos estudios, parece que las mujeres son más vulnerables que los hombres a estos efectos. 

Las sustancias nocivas del tabaco (nicotina, monóxido de carbono, alquitrán, formaldehído, ácido cianhídrico, amoniaco, mercurio, plomo y cadmio) atacan la epidermis: el tabaco reduce la oxigenación de nuestras células provocando un adelgazamiento de la piel y una tez más grisácea típica de los fumadores. Al oxigenarse menos, la piel no logra obtener todos los nutrientes que necesita para protegerse: los radicales libres se multiplican provocando la oxidación de la piel y, con ella, el envejecimiento prematuro. Además, al recibir menos nutrientes, las células cutáneas no llegan a regenerarse.  El tabaco también altera la producción de colágeno y elastina, dos sustancias que son responsables de mantener la piel joven. Este deterioro hace que la piel se reseque y sea menos elástica: pierde volumen, las arrugas aparecen de forma prematura y las existentes se hacen más profundas, especialmente alrededor de la boca y en las comisuras de los ojos. ¡Por algo hablamos de la «piel de los fumadores»!